Por Alejandra Etcheverry, publicado el 3/2/2022 en el Diario La Opinión de San Luis
Suspiro de cielo que espías la tarde,
junto a los perfumes que la sierra esparce,
dame de tu copa, de nido de sauce,
músicas dormidas con alas de ave.
Cuando el sol se acueste sobre el horizonte,
y las madreselvas perfumen los sueños,
se abrirá silente el alma del monte,
para que caminen los aires sin dueños.
Libre de la historia y de que lo atrapen,
sin ojos que miren cuando todo brilla,
sin pies que caminen y manos que abracen,
en donde las aguas no tienen orilla.
Ser monte rotundo, ser raíz, ser tierra,
ser noche profunda, ser la misma sierra.
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